La idea surgió al ir un día a casa de una amiga, cuando me enseñó una caja llena de perfectas magdalenas, me explicó muy contenta que acababa de hacer un curso, pero que estaban duras como piedras por que le daba pena comérselas.
Me hizo reflexionar y me pareció que esas absurdas magdalenas eran un reflejo perfecto de la mentalidad humana, decidí utilizarlas para representar la dualidad de los tiempos.
Las exigencias de austeridad por parte de la clase dirigente frente a la necesidad humana de lujos y caprichos.
Están teniendo bastante éxito, pero lo cierto es que creo que se debe más a su apariencia que al mensaje que intento transmitir con ellas.
La pieza está compuesta por unas doscientas magdalenas falsas de espuma de poliuretáno teñida,